Uno de los primeros recuerdos que tengo en mi vida, es una tarde de feria con mis padres, yo tenía 6 años.
Había un hombre que guardaba entre sus manos un millón de globos, al menos en ese momento es el número de globos que a mí me parecía.
Mi padre sacó su cartera y me compró uno con forma de abeja. No solté el globo en toda la tarde, pero cuando ya volvíamos a casa, tropecé y el cordón del globo se escurrió entre mis manos. Lo miré hasta que desapareció y lloré toda la noche.
Después de tanto tiempo, he descubierto que mi abeja está bien... espero que os guste.
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